Es muy frecuente que los niños de un año tengan un osito, una cobijita, una almohada, un muñeco, a los cuales dan un trato notoriamente diferente del que daría a los demás juguetes u objetos, lo buscan en determinadas ocasiones, con frecuencia en el momento de irse a dormir, no aceptan que se le reemplacen por otro, y crean un verdadero problema si no lo encuentran cuando lo buscan.
Estos objetos son en cierta forma el reemplazo imaginario de los padres reales, a quienes el niño necesita todavía pero de los cuales se esta separando progresivamente. De ahí la importancia de respetar tales elecciones y no burlarse de ellas.
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