El ejercicio físico, como parte de un programa completo y diversificado de reeducación alimentaria, puede resolver gran parte de los problemas provocados por el sedentarismo y el exceso de peso corporal. Sin embargo, no siempre la actividad física que se propone a los pequeños con tendencia a la obesidad respeta sus cánones de maduración psicofísica.
A menudo, no se tiene en cuenta la problemática específica del niño con sobrepeso, que, a causa de la mayor masa corporal mayor de lo normal, tiene una presión arterial y una frecuencia cardiaca más elevada, un consumo de oxígeno mayor y una sobrecarga de las articulación, sobre todo en perjuicio de las extremidades inferiores.
A estos problemas, se le añade los debidos a la menos estimulación del sistema nervioso, a causa de la escasa movilidad debida al exceso de peso, que se manifiesta a través de una menos capacidad de coordinación y de resolución de las funciones motrices.
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